Garagos


El Saqueador, el Amo de todas las armas, el Señor de la Guerra

Semideidad

Símbolo: Una rueda catalina (contraria a las agujas del reloj) con cinco brazos sinuosos cogiendo espadas
Plano natal: Descanso del guerrero
Alineamiento: Caótico Neutral
Ámbito: Guerra, habilidad con las armas, destrucción, pillaje
Adoradores: Bárbaros, guerreros, exploradores, solados, espías, luchadores
Alineamiento de los clérigos: CN, CB, CM
Dominios: Caos, Destrucción, Guerra, Fuerza
Arma predilecta: “El Tentauco” (espada larga)
Colores eclesiásticos: Negro y rojo

La meta de cualquier adorador de Garagos el saqueador es estar cubierto por la sangre de sus enemigos en el centro de un conflicto que haya iniciado. En el pasado Garagos fue una honrada deidad de la guerra, un ser-asociado más con la victoria militar a través de la furia que con la perseverancia a través de sensatas decisiones tácticas. Finalmente llegó a entrar en conflicto con el joven semidiós Tempus, que competía por su dominio sobre el arte de la guerra El Tomo del triunfo del martillo de enemigos, una colección de escrituras consideradas sagradas por la iglesia de Tempus, habla de una batalla de un siglo de duración en la que el señor de la Batalla finalmente derrotó a Garagos volviendo su furia salvaje contra él misma. En el pasado reciente, mucho después de que se le considerase muerto, Garagos reapareció, quizás despertado de su reposo de eras o resucitado por un culto de devotos adoradores. Su nueva encarnación parece carecer completamente de la astucia que una vez poseyó. En su lugar, Gaáragos es un ser de furia estúpida, un violento torbellino de carnicería con seis brazos armada que parece existir sólo para destruir.

Los clérigos de Garagos, conocidos como saqueadores sangrientos, pasan sus días fomentando los conflictos a través del continente, sabiendo que cada conflicto contribuye al continuo renacer de Garagos. Creen que Garagos finalmente volverá a obtener su fuerza divina, arrojando de su sitial al odiado Señor de las batallas y rechinando el manto de Deidad de la guerra. Continuamente crean y expanden redes de espías, guerreros fieles y otros agentes para aumentar el poder del culto, estando el liderazgo de las células normalmente determinado por el resultado de los juegos de poder entre los agentes de clérigos rivales.

Los saqueadores sangrientos rezan para sus conjuros por la mañana Las ceremonias del Señor de la guerra normalmente implican una orgía de sangre, así como ungir a los fieles en la sangre de sus enemigo. Aunque unos pocos clérigos bien establecidos prefieren sembrar discordias a través de la malicia en las cortes de las ciudades de Faerûn, la mayoría de los feroces clérigos de Garagos se abstienen de bañarse, llevando con orgullo múltiples capas de sangre de sus enemigos. La obsesión por la sangre del culto del Amo de todas las armas la llevado a muchos la conclusión de que el servicio a Garagos incluye algún grado de vampirismo, pero nunca se ha encontrado una conexión directa. Es más, la mayoría de los vampiros es más pro-bable que consideren a un clérigo de Garagos bañado en sangre como una comida especialmente apetitosa que como un aliado. Los saqueadores sangrientos normalmente se hacen multiclase corno bárbaros.

HISTORIA Y RELACIONES

Aunque caótico neutral, el degradado y desequilibrado Garagos está en el límite del mal. Siendo una fuerza de destrucción casi elemental, el Saqueador no tiene aliados en los panteones de Abeir-Toril (las relaciones de otros dioses con Garagos se limitan a simplemente estar lo más lejos posible de él). A pesar de su mente ausente, Garagos todavía alberga un profundo resentimiento contra Tempus y su instrumento, la Caballero rojo. Si estas deidades se encontrasen en el campo de batalla hay pocas dudas de que el Saqueador se llevaría la peor parte. Finalmente, no obstante, las capacidades destructivas de Garagos pueden llegar a trascender su debilidad táctica, y ese día los seguidores de Tempus pueden tener la certeza de que conocerán la verdadera desesperación.

DOGMA

La paz es para los tontos débiles. La guerra hace a todos los participantes fuertes, y sólo en un conflicto cara a cara puede quedar satisfecho el honor. Sólo los cobardes evitan la batalla. Cualquiera que ataque a un enemigo mediante una emboscada o por la retaguardia demuestra cobardía. La retirada nunca es una opción, ni siquiera frente a un enemigo superior, porque si el corazón de un luchador está centrado en Garagos, el dios le proporcionará fuerza suficiente para conquistar a cualquier enemigo.